Mucho se habla últimamente de las consecuencias psicológicas de la pandemia. Quizás no lo suficiente. Si bien es cierto que las consultas de los psicólogos reciben en el último año pacientes que quizás, en otras circunstancias, no hubieran acudido al psicólogo, pero la situación de pandemia ha producido en ellos ciertos síntomas de ansiedad o estrés derivada de la propia incertidumbre, de la falta de previsión ante una situación que cambia y que lo hace de forma rápida e imprecisa.
Pero ¿y yo? ¿debería acudir a un psicólogo? Porque a ver, no me encuentro bien, pero ¿tan mal estoy como para pedir ayuda a un profesional? Con la cantidad de personas que hay con verdaderos dramas ¿y si lo mío es una tontería? Pero la verdad es que no acabo de sentirme bien.
Posiblemente tomar la decisión de acudir a un profesional de la psicología no es tarea fácil. Sucede como en otras profesiones que, quien acude, ya se encuentra en una situación muy límite. Es fácil escuchar en una primera consulta: “Vengo porque ya no puedo más”. Esto sucede a menudo con síntomas físicos, imagina hasta dónde somos capaces de aguantar cuando se trata de salud mental o emocional. Salud a la que, en muchas ocasiones, no le prestamos la atención que se merece.
Pero tengo una noticia para ti que, si estás leyendo esto es posible que te hayas planteado acudir a un psicólogo: LO QUE TE SUCEDE ES IMPORTANTE. Y lo es porque es tuyo, te pertenece y te afecta. Te molesta, te angustia o por lo menos te inquieta.
De poco sirve compararnos con los demás, y menos en materia psicológica. Cada uno tenemos nuestras propias heridas y, aunque a veces son similares, a cada cual le duele de forma distinta.
Estas heridas pueden acompañarnos mucho tiempo, años incluso. Puede que hasta hayamos aprendido a vivir con ellas o a no hacerlas caso. Pero en ocasiones se abren, no han cicatrizado bien y nos molestan. Molestan tanto que son capaces de impedirnos llevar una vida feliz, plena o incluso normalizada. Si es así es hora de acudir a un profesional. Porque yo me pregunto ¿acaso si me duele una muela no acudo al dentista, aunque tenga miedo o me haga daño? Pero es que la muela me duele, incluso me impide masticar bien y disfrutar de la comida.
Con las heridas emocionales sucede lo mismo.
Y ahora déjame que te haga yo la pregunta. ¿Qué tienes que perder y cuánto que ganar?
En el gabinete de Psicología y Psicoterapia Sonia Wilt del Villar contamos con profesionales que te ayudarán a recuperar la energía por tus actividades diarias y a sacar tu mejor versión. Te ayudamos a potenciar tu desarrollo tanto personal como profesional y que puedas disfrutar de una vida plena y feliz.
Comentarios recientes